jueves, 10 de marzo de 2011

Educación popular y gobierno local: las barreras caen por su propio peso

Por Tamara Roselló • La Habana
Fotos: Centro Memorial Martin Luther King, Jr.

Anabel López Gil es profesora de formación, educadora popular por elección personal y desde enero de 2010, preside el Gobierno Municipal de Habana del Este, en la capital cubana. Su mandato tiene un aire distinto, lo siente la gente que la conoce, que la ve trabajar de cara a los problemas locales y a las urgencias de sus electores. “Tú hablas diferente, tú tienes una manera de decir diferente,” le dicen.

Ella asegura que esa sensibilidad, esa “forma sencilla de llegar” tiene mucho que ver con la Educación popular y otros espacios formativos por los que ha transitado, y que ahora vuelca en su gestión de gobierno local. Ahí está el secreto.
“Tuve la oportunidad de formarme como educadora popular en el Centro Martin Luther King, a partir del vínculo con el Taller de Transformación Integral del Barrio en Alamar. Entonces me empecé a apropiar de recursos lingüísticos, de modos de expresarme que contribuyen a que las personas te sientan más cerca, que tienes compromiso real con ellos. Eso me ha ayudado mucho en la responsabilidad que tengo actualmente, también en la docencia, y me ha hecho crecer desde lo personal.

“Eso es esencial. En los espacios de atención a la población he tenido que utilizar muchos de estos recursos. Cuando vienen a plantearme algún problema, les escucho con atención para percatarme bien de lo que desean. En ocasiones la solución de sus conflictos está en sus manos, pero no se percatan. A veces se centran en pedir recursos materiales y, sin embargo, la carencia mayor es sentimental, desde las relaciones interpersonales que están más laceradas, incluso, que lo material que quieren.”

Una mujer al frente del Gobierno de Habana del Este. Hay una voluntad explícita en que más mujeres ocupen cargos en órganos de gobierno. ¿Cómo ha sido tu experiencia?

“No es tarea ni difícil ni fácil, simplemente que uno la quiera conducir. Hay que tener mucha capacidad de cambiar de temas constantemente. Lo mismo ahora estás en una reunión en una actividad hablando de la recogida de desechos sólidos y después debes cambiar rápido a otro asunto. Es decir, tienes que tener esa capacidad de adaptarte, ser flexible, porque si no eres out. Por otra parte, hay muchas miradas sobre ti, pendientes de lo que dices y haces. Esa evaluación constante es difícil.

“Hay quienes tratan de frenar el desarrollo, que no confían; pero de eso yo no me lleno. Prefiero el optimismo, la capacidad para favorecer nuestro trabajo y que las personas entiendan que las mujeres podemos tener realmente estos niveles de responsabilidades.

“No es difícil. Siempre me ha gustado mucho hablar, estar en los lugares con la gente; si están expuestos al sol, coger sol con ellos. Por ejemplo, atiendo a quienes recogen los desechos, la basura o a los que despachan agua en una pipa. Disfruto acercármeles, darles los ¡buenos días!, preguntarles por su jornada: ¿cómo se sienten?, ¿cómo puedo ayudar para mejorar las condiciones en que laboran? Así cualquier barrera cae por su propio peso y se comprometen con mayor facilidad para apoyar. He conocido historias fabulosas, he tenido vivencias muy bonitas, porque la gente te agradece cuando siente tu disposición para acompañarles.”

Habana del Este es un territorio fértil para la educación popular, por eso no es de extrañar que Anabel se haya apropiado esta concepción político-pedagógica, que la haga parte de su trabajo e, incluso, de su familia. “Mi niño, recién graduado de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, también pasó por el espacio de formación en educación popular a distancia (FEPAD) y ahora es profesor en el Instituto Superior del Ministerio del Interior; allí también está mi hija, estudiando Derecho, Instrucción penal”.

Por su utilidad para el trabajo social y comunitario, la familia de educadoras y educadores populares al este de la capital ha crecido. Uno de sus mayores logros es contar con una escuela para la capacitación de los delegados y delegadas de ese territorio.

“La hemos denominado como escuela no de los delegados, sino Escuela del Poder Popular, con la intención de que siempre haya una representación mayor, con otros dirigentes de entidades locales, sobre todo las que atienden a la población. Los saberes que allí se comparten les son de gran utilidad a las personas para mejorar el tratamiento que reciben, porque se abordan aspectos de comunicación, de mediación de conflictos, entre otros. No queremos forzar nada, sino que las personas sientan la necesidad de asistir allí para crecer como seres humanos.

Pienso que el territorio en eso va en la avanzada y puede ser una referencia para la capital.”
¿Y después que termines el mandato?
No sé qué va a pasar, aunque podré darle cuerpo a una idea que me ronda: estoy recogiendo muchas incidencias, muchas anécdotas, cosas que pasan y que uno conoce más cuando tiene la oportunidad de ocupar una responsabilidad como esta. Quiero escribir un diario para contarles a los demás estas vivencias.

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